Historia Coches Eléctricos
La historia de la electrificación en la automoción
escrito por @Fran Macia
¿Sabías que el vehículo eléctrico se inventó mucho antes que el vehículo de combustión?
Cuando hablamos del vehículo eléctrico pensamos siempre en la movilidad del futuro, pero no es así. El primer vehículo eléctrico de la historia se remonta al año 1828 y no fue hasta 1876 cuando llegó el primer vehículo de combustión interna.
Historia del vehículo eléctrico
A principios del siglo XIX, concretamente en el año 1828, el ingeniero y sacerdote Ányos Jedlik creó la primera máquina eléctrica, capaz de mover un automóvil de pequeñas dimensiones a través de dispositivos rotativos electromagnéticos. Este estaba compuesto por los tres componentes principales de un motor eléctrico de corriente continua: el estator, el rotor y el conmutador. En 1834 la familia Davenport, Thomas y Emily desarrollaron un prototipo a pequeña escala capaz de dar vueltas en círculo propulsado por un motor eléctrico.
Por esa época, fue Robert Anderson quien aplicó esta tecnología a un carruaje, para crear el que se considera el primer coche eléctrico de la historia, que alcanzaba una velocidad de 6 km/h y se alimentaba por una pila no recargable.
La creación del primer vehículo de combustión interna tuvo lugar en 1876 por Nicolaus Otto que, a pesar de tratarse de un sistema mucho más complejo que el de un vehículo eléctrico, generó un gran interés en muchos empresarios que apostaron por el desarrollo de estos vehículos.
El desarrollo del vehículo eléctrico continuó gracias a la invención de la batería recargable de plomo- ácido de Gaston Planté (1859) y de su posterior evolución por parte de Camille Faure (1881) hizo posible su producción a nivel industrial. Thomas Parker puso en marcha en 1884 la primera fábrica de producción en serie de un vehículo eléctrico. También dio lugar a la aparición de diversos prototipos de vehículo eléctricos, así como un récord de velocidad. El 29 de abril de 1899, se fabricó un prototipo llamado “La Jamais Contente”, el primer prototipo pensado para superar un récord de velocidad, que consiguió cruzar por primera vez la barrera de los 100 km/h, llegando a alcanzar los 105,882 km/h.
Tras el invento de la batería recargable, la venta del vehículo eléctrico creció exponencialmente y se impuso como coche por excelencia a principios del siglo XX. El vehículo eléctrico era fácil de arrancar, silencioso, no contaminante y fácil de conducir, mientras que el de combustión interna era todo lo contrario; difícil de arrancar, ruidoso, contaminante y muy poco fiable.
En 1908, Henry Ford consiguió gracias a su cadena de producción en serie abaratar los costes de fabricación para que el automóvil, que en aquellos tiempos solo estaba al alcance de un público de clase social alta, estuviese al alcance del mayor sector de la población, la clase media. Las ventas de automóviles de combustión interna se dispararon. Por si esto fuera poco, el precio del combustible se abarató drásticamente debido al yacimiento de explotaciones petrolíferas al sur de Estados Unidos, además, en 1912 se introdujo por primera vez el arranque eléctrico, que hizo desaparecer el arranque mediante manivela, uno de los grandes puntos en contra del vehículo de combustión. En consecuencia, muchos fabricantes de vehículos eléctricos se vieron obligados a adaptar sus fábricas para poder producir vehículos de combustión. Todo esto provocó una gran crisis en el sector de los vehículos eléctricos, que sufrieron un gran declive de sus ventas durante más de medio siglo.
En 1973 llegó la primera crisis del petróleo. Los países árabes pactaron dejar de suministrar petróleo a Estados Unidos, país que había generado una gran dependencia de este combustible, y esto provocó un aumento de los precios y una escasez de suministro. Ante esta situación, las alternativas al petróleo empezaban a ganar protagonismo y entre ellas el vehículo eléctrico. Los ecologistas aprovecharon esta crisis para pedir a los gobiernos la reducción de la contaminación.
Surgen las primeras acciones políticas en Estados Unidos como la “Electric and Hybrid Vehicle Research, Development and Demonstration Act” en 1976 o en California la “Zero Emissions Vehicle Mandate” en 1990, con el fin de imponer una reducción de emisiones a las marcas e impulsar de nuevo el vehículo eléctrico.
General Motors fue la primera gran marca en lanzarse a la producción del primer automóvil eléctrico moderno con su modelo EV-1, que era capaz de alcanzar una auttonomía de hasta 250 km y solo se podía adquirir mediante un contrato de leasing. Unos años después, debido a que las normativas de emisiones se habían vuelto de nuevo más permisivas, GM cesó la producción del EV-1. La marca comunicó a los propietarios de estas unidades, que disfrutaban del vehículo bajo un contrato de leasing, que retiraría todos los EV-1 una vez finalizaran los contratos. GM únicamente conservó 40 unidades de este modelo para ser cedidos a museos y otras instituciones.
En 2003 los ingenieros Martin Eberhard y Marc Tarpenning fundaban la compañía Tesla Motors. Unos años más tarde, se unieron al proyecto los empleados Ian Wright, Elon Musk y JB Straubel, que fueron nombrados cofundadores. Posteriormente, el cofundador Elon Musk se convirtió en el nuevo presidente de la compañía tras invertir 6,5 millones de dólares. Con la llegada de Tesla y la presentación del Roadster, seguido del lanzamiento de su berlina Model S, la movilidad eléctrica volvía a convertirse en una alternativa para muchos usuarios.
Tesla demostró que el vehículo eléctrico era una opción viable e impulsó a muchas marcas a apostar por el desarrollo de modelos 100% eléctricos.
A causa del endurecimiento de las normativas de emisiones a nivel mundial en los últimos años, la venta de los vehículos eléctricos ha ganado un gran peso en el mercado. Tras casi 200 años de evolución y desarrollo, podemos decir definitivamente que el vehículo eléctrico ha venido para quedarse.
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